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Qué es un concurso de acreedores y cómo superarlo
Iniciar un proceso de concurso de acreedores es una situación compleja que podría culminar con el cierre definitivo de la empresa. Es fundamental comprender las obligaciones que enfrenta la compañía al encontrarse en estado de insolvencia y contar con el respaldo de asesoría legal especializada para regularizar su situación y buscar alternativas que eviten la liquidación del negocio.

Enfrentar un concurso de acreedores es un escenario que rara vez pasa por la mente de quienes deciden emprender. Antes de lanzar un negocio, es habitual realizar cálculos, un estudio de mercado y desarrollar un plan estratégico que trace el camino hacia la viabilidad de la idea. Sin embargo, cada año miles de empresas en todo el mundo se ven en la necesidad de recurrir a un procedimiento concursal, aunque las cifras varían significativamente según la región que se analice. En España, por ejemplo, en 2023 se registraron más de 6.500 concursos de acreedores y 28.572 disoluciones de empresas, según datos del Servicio de Estudios de Informa D&B, filial de Cesce, una compañía internacional de gestión de riesgos comerciales. En contraste, la situación en México es distinta: en los 23 años desde que se promulgó la Ley de Concursos Mercantiles (LCM), solo se han tramitado 944 procedimientos concursales, según cifras del Instituto Federal de Especialistas en Concursos Mercantiles (Ifecom).
¿Pero en qué consiste exactamente un concurso de acreedores? Según Sara Louredo Casado, profesora ayudante doctora de Derecho Mercantil en la Universidade de Vigo, se trata de “un procedimiento judicial aplicable a una persona física o jurídica que atraviesa una situación de insolvencia”. Este proceso, conocido como concurso mercantil en México o concurso preventivo en Argentina, está regulado por la normativa concursal de cada país, la cual define el concepto de insolvencia y detalla los pasos que deben seguirse desde el inicio del procedimiento.

En España, la Ley Concursal (1/2020 de 5 de mayo) establece en su artículo 2 los indicadores que permiten identificar una situación de insolvencia. Entre ellos, según explica la experta, se encuentran "el incumplimiento generalizado en el pago de las obligaciones corrientes, la falta de pago de obligaciones tributarias o cuotas de la Seguridad Social durante los últimos tres meses, así como el alzamiento o la liquidación apresurada o desfavorable de los bienes del deudor". Además, la insolvencia puede ser considerada inminente, lo que implica que en los próximos tres meses el deudor no podrá hacer frente a las obligaciones exigibles.
El propósito principal de estas leyes es “organizar y priorizar el proceso de cobro de deudas, brindando al deudor un margen de maniobra para intentar recuperar la solvencia de la empresa”. En caso de que no se logre alcanzar un acuerdo o convenio, el procedimiento también busca garantizar el cobro de las deudas de manera equitativa, evitando que los acreedores más rápidos sean los primeros en recibir el pago. En su lugar, se da prioridad a aquellos que, según la ley, tienen un derecho preferente, como los acreedores públicos o aquellos con garantías específicas, como una hipoteca.
Durante el concurso, y al menos en sus etapas iniciales, la empresa continúa operando, aunque lo hace “bajo la supervisión del administrador concursal, una persona física o jurídica con formación en derecho y economía, además de experiencia en procedimientos concursales”. El objetivo principal, siempre que sea viable, es regularizar la situación y salvar el negocio. Sin embargo, en algunos casos, el proceso puede culminar con la liquidación de la sociedad o del deudor persona física.

Cómo superar un concurso de acreedores
Se considera que un concurso de acreedores se supera cuando se logra alcanzar un acuerdo con los acreedores y se formaliza un convenio dentro del plazo establecido por la ley. En dicho convenio, como explica Louredo Casado, "se establecen quitas (reducciones en el monto de la deuda), esperas (plazos extraordinarios para cumplir con las obligaciones) o una combinación de ambas". Este acuerdo permite reestructurar la situación financiera y evitar la liquidación de la empresa o del deudor.
No es un proceso fácil. Según explica la experta, "una de las principales dificultades que surgen al inicio es garantizar que el concurso sea respetado y que los acreedores no intenten cobrar sus deudas de manera individual, como ocurre, por ejemplo, con embargos particulares sobre la cuenta corriente del concursado". Esto se vincula directamente con los retos para alcanzar acuerdos con los acreedores, quienes deben conceder el margen o la 'bocanada de aire' necesaria para permitir la continuidad de la actividad empresarial.
- Negociación con acreedores. La negociación con los acreedores y la presentación de un plan de viabilidad sólido son pasos esenciales, según Louredo Casado. “El objetivo es persuadirlos de que, a pesar de la situación de insolvencia actual, es posible superar las dificultades. Esto es especialmente relevante en el caso de los bancos y los acreedores públicos, como la Agencia Tributaria y la Seguridad Social”.
- Transmitir que no ha habido una mala gestión o actuación fraudulenta. Llegar a la insolvencia por una situación económica adversa —que podría ser pasajera— no es lo mismo que hacerlo por una mala gestión o incluso por un acto fraudulento. Transmitir esta distinción a los acreedores es clave, señala la experta, ya que comprender las causas de la insolvencia puede influir en su disposición a conceder tiempo adicional o a reducir el monto de la deuda.
- Asesoramiento legal. “A pesar de que la administración concursal brinda apoyo al deudor, el abogado de la empresa en concurso puede orientar a la compañía en cada etapa del procedimiento, que como mencionamos, es bastante complejo, para hacerlo más eficiente y menos costoso”, afirma Louredo Casado. Afrontar este proceso sin asesoramiento adecuado puede resultar extremadamente difícil. “Alguien sin conocimientos en la materia podría sentirse abrumado por el volumen de información que se maneja, así como por las interacciones con el juzgado, los acreedores y la administración concursal”, advierte la experta.
En resumen, aunque lo ideal sería evitar un concurso de acreedores, muchas empresas y personas se verán en la necesidad de enfrentarlo. Es importante recordar que la ley está diseñada principalmente para facilitar acuerdos que permitan superar la situación. Tener claras las claves del proceso y actuar de manera estratégica puede aumentar significativamente las posibilidades de salir adelante sin recurrir a la liquidación.
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